Es probable que hayas escuchado que un conocido, incluso tú mismo/a, ha sido diagnosticado de intolerancia a la fructosa. ¿Implica eso que debas dejar de consumir frutas y otros alimentos con fructosa? ¿Por qué aparece ahora? ¿Cuál es el tratamiento? En este artículo respondo a estas preguntas y te explico qué ocurre en el intestino cuando no toleramos las fructosa.
Índice
¿Qué es la intolerancia a la fructosa?
La fructosa es un monosacárido (azúcar sencillo) con gran poder endulzante que se encuentra en cantidades variables en frutas, hortalizas, miel y algunos productos procesados. La intolerancia a la fructosa se puede dividir en dos tipos:
- Intolerancia hereditaria a la fructosa → Ocurre cuando existe un déficit en la enzima aldolasa B. Esta enzima se encarga de metabolizar la fructosa a nivel hepático. Es muy poco común y requiere de un tratamiento dietético muy estrecho desde el nacimiento.
- Intolerancia secundaria a la fructosa → Es resultado de una alteración digestiva que disminuye la capacidad de absorción de la fructosa que tomamos con los alimentos. Es mucho más habitual que la anterior y por ello es la que vamos a tratar en este artículo.
¿Qué ocurre en el intestino?
En condiciones normales la fructosa que ingerimos con los alimentos (por ejemplo, una pera) es absorbida en la mucosa del intestino delgado por los enterocitos (células intestinales) a través de un transportador específico denominado GLUT5. Posteriormente, la fructosa o es metabolizada a otros subproductos y transportada a sangre o pasa a la circulación junto con la glucosa mediante un transportador GLUT2. Este transporte de glucosa y fructosa hace que aquellos alimentos que contengan ambos azúcares sean mejor tolerados (1).

En el estudio que te dejó a continuación se observó que pacientes con malabsorción a la fructosa presentaban una menor concentración de triptófano en sangre y una mayor puntuación en el test de depresión de Beck que mide los síntomas depresivos. La presencia de altas concentraciones de fructosa interferiere con el metabolismo del triptófano, el cual es precursor de la serotonina, un neurotransmisor implicado en funciones como la regulación del estado de ánimo (2).
Causas de la intolerancia a la fructosa
La intolerancia secundaria a la fructosa es realmente una malabsorción de fructosa que ocurre cuando la cantidad ingerida de fructosa supera la capacidad del intestino para absorberla. Esto origina que la fructosa se acumule, siendo fermentada por bacterias, atrayendo agua y aumentando la velocidad de tránsito intestinal y por tanto dando lugar a diarrea, gases y otros síntomas.
Algunas de las alteraciones producen malabsorción de fructosa son:
- Daño en la mucosa intestinal → Producido por enfermedad celíaca, Crohn, síndrome del intestino permeable entre otras.
- Sobrecrecimiento bacteriano (SIBO) → Las bacterias proliferan en el intestino delgado (donde deberían de ser muy escasas) y fermentan la fructosa generando inflamación, gases y daño de la mucosa intestinal.
- Parásitos intestinales → La presencia de parásitos relaciona con alteraciones en absorción de carbohidratos, especialmente en el caso de la giardia intestinalis (3)
- Estrés y algunos medicamentos → El estrés disminuye la secreción de enzimas digestivas y aumenta el riesgo de malabsorción. Por otro lado, algunos medicamentos contiene sorbitol el cual puede favorecer los síntomas de malabsorción.
- Alimentación inadecuada → Muy alta en azúcares y ultraprocesados ricos en fructosa pueden superar la capacidad de absorción de fructosa de nuestro intestino, llevando a malbasorción.
Frecuentemente estas alteraciones coexisten y reducen la tolerancia a la lactosa, el gluten, u otros alimentos con FODMAP porque la mucosa intestinal está dañada y no puede realizar su función correctamente. Por eso es importante entender la malabsorción a la fructosa como una pieza más del puzle y no como una patología en si misma, ya que cuando la salud digestiva se restaure la tolerancia a la fructosa mejorará.
*FODMAP: Son un grupo de carbohidratos de cadena corta y polioles que no son absorbidos en el intestino delgado y llegan al colon (intestino grueso), dónde son fermentados por la microbiota.
*El sorbitol es un polialcohol, una molécula con poder endulzante que no se absorbe en el intestino y por tanto se utiliza en una gran cantidad de productos sin azúcar ya que “no aporta calorías”. También se encuentra de forma natural en algunas frutas y verduras. En muchos casos la presencia de sorbitol aumenta la sintomatología e intolerancia a la fructosa.
Síntomas de intolerancia a fructosa
Los síntomas de la intolerancia a la fructosa no se usan como criterio diagnóstico ya que muchas veces son generales a la malabsorción. Pueden variar en función de la persona, el estado en el que se encuentre el sistema digestivo y la dosis. De forma general encontramos:
- Sensación de plenitud
- Gases
- Diarrea
- Distensión abdominal
- Náuseas
- Vómitos
- Mareo
Otros síntomas o alteraciones extradigestivas asociadas son dolor de cabeza, depresión , llagas y úlceras en la lengua, disminución de la capacidad de concentración y atención, alteraciones dermatológicas, alteraciones menstruales, caída de pelo y debilidad de uñas y dolores musculares.
¿Por qué unos alimentos se toleran mejor que otros?
Hay diferentes factores que determinan si por ejemplo, dos frutas con un contenido moderado en fructosa generan sintomatología o no:
- Ratio fructosa : glucosa → La fructosa cuando está acompañada de glucosa se absorbe más fácilmente y es menos probable que se produzca malabsorción. Este es el motivo por el cual frutas con un mayor contenido en glucosa como el plátano se toleran mejor otras con menor contenido en glucosa y mayor en fructosa como la manzana.
- Contenido en sorbitol y otros FODMAP → El sorbitol es metabolizado por la misma enzima que la fructosa y por tanto es capaz de saturar aumentando la sintomatología.
- Dosis total de fructosa ingerida por comida → La cantidad de fructosa tolerada por toma es variable en función del estado de la mucosa y de los factores mencionados anteriormente. Es posible que un kiwi sea bien tolerado pero si añadimos un puñado de cerezas la suma de fructosa de ambos desencadene síntomas.
¿Cómo se diagnóstica la intolerancia a la fructosa?
El diagnóstico de la intolerancia a la fructosa se suele realizar mediante un test de aire espirado. En este se administran cantidades crecientes de fructosa y se mide la cantidad de hidrógeno y/o metano que expulsamos por la boca para determinar si está siendo fermentada por las bacterias, lo cual indicaría malabsorción. Además, se registran los síntomas durante la prueba. Es importante mencionar que un resultado negativo no descarta una mala tolerancia a fructosa.
Es importante descartar la presencia de SIBO (sobrecrecimiento bacteriano) cuando sea posible. Además, el uso de un diario de dietético donde se recojan los alimentos ingeridos, cantidad, síntomas… puede ser de gran utilidad.
Tratamiento y abordaje nutricional
El tratamiento debe ser planteado por un profesional de la salud preparado que sepa determinar qué pruebas son necesarias para
encontrar el origen de la intolerancia así como la suplementación y abordaje nutricional que se deben llevar a cabo durante el tratamiento. En resumen los puntos claves serían los siguientes:
- Tratar causas primarias de la intolerancia a la fructosa → Ya sea enfermedad celíaca, sobrecrecimiento bacteriano, parasitosis etc. Este paso es el más importante para recuperar la salud de la mucosa digestiva y funcionalidad revirtiendo la intolerancia a fructosa.
- Dieta baja en FODMAP → Los FODMAP son un grupo de carbohidratos presentes en multitud de alimentos. Entre ellos se encuentra la fructosa y el sorbitol, al que debemos prestar especial atención. Esta dieta tiene como objetivo disminuir la inflamación y sintomatología para recuperar la mucosa. Debe ser personalizada y guiada por un nutricionista para identificar los componentes problemáticos para ti, reintroducir los alimentos correctamente y evitar déficits nutricionales ya que es muy restrictiva.
- Suplementación con xilosa isomerasa → Esta enzima convierte el exceso de fructosa en glucosa mejorando la tolerancia. Se consume antes de las comidas y puede ser de utilidad cuando no se quiere / puede evitar la fructosa. Un ejemplo de suplementación con xilosa isomerasa es Fructaid.
- Diario alimentario → Esta es una herramienta clave para monitorizar el progreso durante la fase de reintroducción de alimentos, adaptar la pauta nutricional y recuperar la funcionalidad digestiva.
Recomendaciones prácticas:
- Elige frutas con un menor contenido en fructosa y sorbitol y evalúa como te sientan
- Evita productos con jarabe de maíz alto en fructosa, concentrados de frutas y edulcorantes que acaben en -ol (Sorbitol, Xilytol, eritritol…)
- Separa las tomas de alimentos con fructosa en diferentes comidas
- Suplementa con xilosa isomerasa en situaciones especiales
- Controla el estrés: Antes de comer realiza una respiraciones profundas, y saliva para preparar a tu sistema digestivo para la llegada de alimentos
- Ponte en manos de un profesional que ayude a resolver la causa primaria

Referencias
(1) Fructose malabsorption – PMC
(2)Fructose malabsorption is associated with decreased plasma tryptophan
(3) Giardia intestinalis and Fructose Malabsorption: A Frequent Association