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¿Qué es el sobrecrecimiento bacteriano?
El sobrecrecimiento bacteriano (SIBO – small intestinal bacterial overgrowth) se define como una aumento en la presencia de bacterias en el intestino delgado (>100000 unidades formadoras de colonias).
La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos que se aloja en nuestro intestino grueso y que desempeña multitud de funciones beneficiosas, como la producción de ácidos grasos de cadena corta, la regulación de la función inmunológica o actuar como barrera frente a contaminantes y microorganismos patógenos. Sin embargo, cuando estas bacterias crecen de forma descontrolada en el intestino delgado (donde no deben) tienen efectos patógenos y alteran nuestra salud.
¿Qué ocurre en el intestino a raíz del SIBO?
Entonces el SIBO es la presencia de una gran cantidad de bacterias en el intestino delgado, lugar dónde digerimos y absorbemos los nutrientes. ¿Qué van a hacer las bacterias? En primer lugar van a competir por los nutrientes, generando gas como resultado de la fermentación. Además, van a desconjugar la bilis (una especie de “jabón” que generamos para la digestión de las grasas) lo que va a causar por un lado malabsorción de las grasas (heces amarillentas) y por otro lado daño de la mucosa intestinal que es la encargada producción de enzimas como la lactasa y la absorción de los nutrientes. Por ello es común que personas con SIBO presenten intolerancia a la fructosa y lactosa (1).
¿Cuáles son sus causas?
El SIBO suele ser una condición patológica de origen multifactorial en la que están involucrados factores clínicos y de estilo de vida. Nuestro organismo cuenta con mecanismos protectores frente al SIBO que mantienen una concentración bacteriana baja en el intestino delgado que se ven afectados por (2):
Alcalinización del pH : Un pH menos ácido implica una menor eliminación de bacterias que tomamos por vía oral y una respuesta digestiva deficiente ya que actúa como señalizador de procesos digestivos posteriores. Algunos factores disruptores son:
- Consumo crónico de antiácidos
- Infección por H. Pylori
- Intervenciones quirúrgicas en el estómago
- Hipoclorhidria asociada al envejecimiento
Alteración de la motilidad: Nuestro intestino tiene un mecanismo de limpieza que barre bacterias y restos de comida hacia el intestino grueso. Este mecanismo se denomina complejo motor migratorio y se activa en periodos de ayuno de entre hora y media y 2 horas protegiéndonos del SIBO. Algunos factores que pueden alterar su funcionamiento son:
- Tratamiento crónico con narcóticos y opiáceos
- Hipotiroidismo
- Neuropatía diabética
- Desregulación del complejo motor migratorio
Alteraciones anatómicas: En ocasiones consecuencia de otras patologías digestivas o sus tratamientos. La más representativa es un daño de la válvula ileocecal encargada de separar el intestino grueso del delgado.
- Cirugías intestinales: Intestino corto, apendicectomía…
Alteración de la microbiota intestinal: Una gran cantidad de factores modulan la microbiota intestinal, alguno de ellos son el estrés, el patrón alimentario, la actividad física o el consumo crónico de antibióticos.
Otras enfermedades asociadas a sobrecrecimiento bacteriano son alteraciones autoinmunes como la celiaquía, crohn que cursan con una inflamación digestiva y con muchas de las alteraciones mencionadas anteriormente. Además, parece haber una relación entre el síndrome del intestino irritable y el sobrecrecimiento bacteriano (2).

Clasificación de SIBO y síntomas asociados
En función del tipo de bacterias que crecen en el intestino delgado se clasifica en:
- SIBO de hidrógeno: Hinchazón abdominal, gases, ruidos, diarreas, heces amarillentas, poco hechas, mala tolerancia a muchos alimentos.
- SIBO de metano (IMO): Hinchazón, gases, digestiones lentas, estreñimiento, heces flotantes y caprinas, mala tolerancia a alimentos y mayor ganancia de peso en otros SIBO.
- SIBO de sulfuro: Hinchazón, gases, tránsito lento, diarrea o estreñimiento, flatulencias fétidas, mala tolerancia a muchos alimentos (ajo, cebolla clara de huevo), mala tolerancia a fármacos que contiene azufre, sintomatología extradigestiva, calor, sabor, migrañas, neblina mental.
Diagnóstico
El diagnóstico se realiza cuando hay una historia clínica compatible mediante un test de hidrógeno y metano espirado. Antes es importante descartar otras alteraciones como infección con helicobacter pylori o enfermedad celíaca.
Esta prueba se realiza en ayunas, requiere de una preparación el día anterior y consiste en medir la concentración de estos dos gases en el aire que espiramos por la boca antes y después de tomar una solución con lactulosa (un compuesto no absorbible). La lactulosa será fermentada por las bacterias elevando la concentración de H2 y/o CH4.
Por otra lado se monitorizan los síntomas del paciente a lo largo de la prueba, la cual tiene una duración aproximada de 3 horas ya que se realizan soplidos cada 15-30 minutos. (3)
Alimentación previa al test de SIBO
Se deben evitar todos aquellos factores de confusión posibles:
– Se debe evitar el uso de antibióticos, bismuto, probióticos y procinéticos 4 semanas antes y de laxantes y enemas al menos una semana previamente a la prueba.
– La dieta del día anterior a la prueba es importante. Se debe realizar una noche de ayuno (8-12h) y 24h sin tomar fibras o carbohidratos de absorción lenta (pasta, pan, cereales integrales, judías), fructosa, lactosa o sorbitol dependiendo de las pruebas.
– El mismo día de la prueba no se puede fumar, masticar chicle ni hacer ejercicio intenso.
– Durante la prueba también pueden alterar el resultado el llanto, dormir, la diarrea o el no reposo durante la prueba.
Si el valor basal es menor de 10 ppm, se podrá comenzar la prueba. Si es mayor se deberá esperar y asegurarnos que las condiciones de comida previa, ayuno, masticación de chicle o no fumar se han cumplido. Hay casos en que la prueba se inicia con más de 10 ppm pero cae rápidamente, en estos casos se considera el valor basal el más bajo dentro de los primeros 30 minutos.
Tratamiento
De forma general el tratamiento debe ser pautado por un profesional especializado y consiste en la administración de antibiótico en conjunción con una dieta baja en FODMAP o baja azufre en el caso del SIBO sulfuro. De esta forma conseguiremos eliminar las bacterias patógenas y reducir el alimento que les proporcionamos respectivamente.
De forma coadyuvante tu dietista-nutricionista puede pautar suplementación enfocada a mejorar la recuperación de la mucosa intestinal, ya que el daño causado por la patología permanece después del tratamiento y su integridad es clave para mejorar la tolerancia a muchos alimentos (1).
Los herbáceos con acción antibiótica también son opción terapéutica para el tratamiento del SIBO y su efectividad ha sido comparada con la rifaximina (el antibiótico de referencia) obteniendo buenos resultados (4)
Un abordaje completo también debería tener en cuenta tratar la causa primaria del desarrollo de sobrecrecimiento bacteriano para evitar recaídas. Algunos factores mantenedores pueden ser medicación, estrés crónico o alimentación inadecuada.
Dieta Baja en FODMAP

Esta dieta creada por la universidad Australiana de Monash se basa en la reducción de Fructo – Oligo – Di – Monosacáridos y Polioles Fermentables, un grupo de carbohidratos de cadena corta que se caracterizan por ser mal absorbidos en el intestino delgado, atraer agua y ser fermentados en el colon.
En personas sanas el consumo de FODMAP es totalmente saludable y está asociado a alimentos nutritivos como vegetales, frutas y legumbres.
La dieta baja en FODMAP es una estrategia de dietoterapia que debe ser guiada por un Dietista-Nutricionista especializado y que consta de:
- Fase restrictiva inicial: Se limita mucho el contenido en FODMAP para disminuir la inflamación intestinal y la sintomatología
- Fase de reintroducción de alimenos: En función del diario dietético se introduce un grupo de alimentos por semana en cantidades controladas y se realiza un registro de síntomas.
- Fase de adaptación: Una vez conocidas las cantidades y tipos de FODMAP y su tolerancia el paciente lleva una alimentación personalizada lo más completa posible
El tratamiento dietético suele durar 2-3 meses pero puede variar mucho en función de la persona y es importante no crear expectativas. Si bien es cierto que las primeras semanas puede ser muy restritivas a medida que avancen las semanas tu alimentación será cada vez más variada mientras mantienes una sintomatología controlada.
El proceso puede acelerarse con ayuda de un D-N que identifique los grupos que toleras mejor y realice un enfoque personalizado.
¡Si quieres aprender más sobre aspectos prácticos para llevar la dieta FODMAP estate antento/a al blog!
Referencias
(1) Uninvited Guests: The Impact of Small Intestinal Bacterial Overgrowth on Nutritional Status
(2) Mark Pimentel et al ACG Clinical Guideline: Small Intestinal Bacterial Overgrowth Am J Gastroenterol 2020;00-1-14
(3) Hydrogen and methane-based Breath testing in gastrointestinal Disorders: The North American Consensus.
(4) Herbal therapy is equivalent to Rifaximicin for treatment of SIBO. Global Adv Health Med 2014.
(5) Small Intestinal Bacterial Overgrowth—Pathophysiology and Its Implications for Definition and Management – Gastroenterology