¿Qué es el reflujo gastroesofágico?
El reflujo gastroesofágico no es más que la vuelta del contenido del estómago hacia el esófago. El problema es que ese contenido está compuesto de alimentos triturados pero también de ácido y enzimas que fuera del estómago (que podemos ver como un caja fuerte) dañan las mucosas. Y esto puede suponer alteraciones importantes en la salud y en la calidad de vida.
Por ello, el síntoma más característico es el dolor de pecho (esófago) que aumenta especialmente cuando nos tumbamos o durante el ejercicio físico. Sin embargo otros son la dificultad para tragar, la ronquera, la regurgitación de saliva ácida y los vómitos en casos más graves.
Es importante diferenciar el reflujo del ardor o acidez de estómago. En el caso del ardor de estómago el ácido no sale hacia el esófago como en el reflujo, sino que existe una acidez excesiva e irritación de la mucosa gástrica que da lugar a ese dolor.
Causas del reflujo
Entonces sabemos que el reflujo es el paso anómalo del contenido gástrico al esófago. Y este paso anómalo se produce porque el esfínter esofágico inferior falla (también llamado cardias).
El mal funcionamiento del cardias puede deberse a dos motivos:
Hipoclorhidria → La hipoclorhidria resulta de una baja formación de ácido clorhídrico (HCl), una de las principales sustancias secretadas en el estómago para la digestión de los alimentos. En resumen, un pH más alto del óptimo para la digestión.
Hernia de hiato → El músculo liso circular que compone el cardias pierde capacidad de contracción. Algunas de las causas son el tabaquismo, sobrepeso y obesidad, operaciones torácicas o el embarazo entre otros. En estos casos las pautas nutricionales pueden mejorar mucho la sintomatología y en los casos más graves se puede optar por la intervención quirúrgica para reforzar el cardias.
Reflujo gastroesofágico por hipoclorhidria
La producción de este ácido regula multitud de procesos digestivos entre los que se encuentra la producción de enzimas pancreáticas, la regulación del complejo motor migratorio y el control del EEI.
Cuando ingerimos comida las células parietales del estómago secretan HCl hasta alcanzar un pH 1,5 y 3,5 que se encargan de eliminar las bacterias y facilitar la digestión. El pH bajo actúa como señal para el cierre del EEI evitando el reflujo y protegiendo la mucosa del esófago del ácido. Respecto al diagnóstico de la hipoclorhidria se realiza en función la sintomatología e historia clínica del paciente y si es posible mediante pruebas como la pHmetría esofágica.
Causas de hipoclorhidria
Dentro de las causas más comunes de una baja concentración de ácido clorhídrico y de reflujo gastroesofágico encontramos:
Infección por Helicobacter pylori → Esta bacteria aumenta el pH estomacal (reduciendo la acidez) y daña la mucosa del estómago (barrera protectora) aumentando el riesgo de úlceras.
Inhibidores de la bomba de protones (IBP) → Inhiben la producción de HCl como el omeprazol para disminuir la acidez y tratar patologías como la gastritis. Sin embargo, el uso indiscriminado y crónico de estos fármacos puede perpetuar una hipoclorhidria crónica con complicaciones asociadas, entre las que se encuentra el mal funcionamiento del cardias.
Uso crónico de antiinflamatorios no esteroideos → Estos reducen la producción de mucosa gástrica y del HCl
Estrés crónico → La producción de ácido está inducida por el sistema nervioso autónomo parasimpático, el cual se activa cuando estamos relajados. El estrés crónico se caracteriza por una sobre activación del sistema nervioso simpático que prepara al cuerpo para respuestas de “lucha o huida” de forma antagónica al parasimpático.
Complicaciones asociadas a la hipoclorhidria:
Algunos pacientes con RGE presentan también hinchazón abdominal, alteraciones en la consistencia de las heces, y mala respuesta a algunos alimentos.
El ácido del estómago nos protege frente a las bacterias que ingerimos y señaliza la producción de enzimas pancreáticas a través de hormonas como la gastrina y la colecistoquinina. Por tanto, la alteración de estás funciones abre la puerta a entrada de patógenos con los alimentos y al asentamiento de las mismas en el intestino delgado donde se acumulan restos de alimentos sin digerir con efecto prebiótico pudiendo generar un sobrecrecimiento bacteriano (1,2).
El ácido también participa en la absorción de vitaminas como la B12 a través del factor intrínseco o de minerales como el hierro o el zinc (2).